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Cuando una enfermedad o un síntoma llega a la vida de una persona viene a remecer su sistema de creencias, lo que daba por sentado, su zona de confort y su manera de mirar el mundo. Pareciera que viene a mostrar algo que no ha sido integrado y a invitarnos a hacer un acto de sinceridad, de presencia, de autoconocimiento y en última instancia, de gratitud y de reverencia hacia la vida.
Buena parte del propósito de la enfermedad tiene que ver con que conectemos con el Amor que somos y con el presente, sacándonos del piloto automático o “modo sobrevivencia”. Porque si hay algo que tiene la capacidad de traernos rápidamente al presente, es el dolor.
Llevo más de 15 años estudiando sobre el Propósito de la enfermedad. El primer libro que leí fue “La enfermedad como camino” de T. Dethlefsen y R. Dahlke. Luego vino Louise Hay, Lise Bourbeau, Biodescodificación, Joe Dispenza, etc. Hoy me sumerjo en la Biología del Presente de Sergi Torres y David del Rosario.
Sí, porque de tanto investigar y estudiar sobre este tema un buen día descubrí que la gente recuperaba su poder de autosanación cuando se alineaba con su Propósito y dejaba de darle el poder al doctor o al terapeuta, y entraba en el PRESENTE… EN PRESENCIA, dejando de culpar a los dolores, traumas y cuanta cosa hubiera en el pasado.
Primero lo viví yo misma. Después lo he visto suceder una y otra vez.
Después de una enfermedad salimos empoderadas, fortalecidas y valorando lo que sí tenemos. Porque antes de la enfermedad solemos ver el vaso medio vacío, o incluso medio lleno, no sabiendo que el vaso está siempre lleno (de aire, pero lleno!), y aún más, que el vaso somos nosotras y lo llenamos nosotras.
Después de una enfermedad volvemos a poner el foco en lo que sí importa, en agradecer por lo que sí hay, en vez de estar quejándonos todo el día por lo que no hay.
Te invito a abrazar tus síntomas! Recuerda: lo que resistes, persiste!